Ha dejado de diluviar, tenemos hambre de playa y nos vamos a Salinas. El sol se resiste a salir, no nos mojamos los pieses ni nada, nos da igual.
Una mañana de Junio. Domingo. Colores de antaño y sonido de gaitas.
El Campo de San Francisco, como un verde latido del corazón de la ciudad.
Al fondo, entre la bruma, el Aramo se esconde. Los banquitos esperan un rayito de sol.